La realidad de uno mismo

true to yourself

"Si no puedes ser verdadero contigo mismo, no puedes ser verdadero" de zazzle.com

Cuando se hace de noche, nos metemos en la cama para dormir. Unos lo hacen solos, otros acompañados, pero cuando se apaga la luz y cerramos los ojos, estamos solos. O mejor dicho, solos con nosotros mismos, con nuestros pensamientos. Es en ese momento cuando somos verdaderos, no hay careta que llevar, ni sonrisa falsa que articular. Nos vemos envueltos en nubes de ideas o sensaciones encontradas, miedos, alegrías o estrés. Esta es la parte verdadera, la que no conoce nadie, por mucha confianza que tengamos.

Pero tenemos otras «vidas». Esa vida que vivimos cuando salimos a la calle o vamos a comprar el pan. Esa que experimentamos cuando acudimos a un bautizo, nos invitan a una copa o vamos al cine con nuestra pareja. Si, esa vida no es real del todo. Está adulterada por la situación, los prejuicios, la sociedad donde vivimos, las sensaciones que tenemos de los demás o las que ellos tienen de nosotros mismos.

Imaginemos por un segundo que esta segunda vida desaparece. Supongamos que se esfuma en el olvido y solo tenemos capacidad de comportarnos como en la primera opción, la más real de todas. Sin añadidos, sin excusas, solo siendo nosotros desde la cuna hasta la tumba. ¿No sería una experiencia curiosa?

¿No os gustaría intentarlo aunque solo sea por un tiempo? No existe un camino correcto en la vida. De hecho, al margen de la ley natural, no podríamos decir con seguridad lo que es bueno o malo a un nivel universal, solo hacemos conjeturas individuales sobre los actos concretos. ¿Os apartaríais del camino por un mes, o un día, o un año?

Yo sí. Y no veas, querido lector, lo bien que se pasa. Siempre, obviamente, sin hacer daño (físicamente) a los demás. Y matizo lo de físicamente porque de otras maneras a veces los demás sufren. Pero ojo, si hemos aceptado elegir este camino, tengo la certeza de que nunca, nunca, y nunca conseguiremos estar bien con todos. Sencillamente porque ellos no aceptarán nuestro camino, y quizás eso les haga estar tristes. ¿Renunciaremos a nuestro verdadero ser para que ellos sean felices? Y si es así, ¿cuanto tiempo aguantaremos?

Me vienen a la memoria, de nuevo, algunas frases de la canción «My way», de Sinatra: si un hombre no se tiene así mismo, no tiene nada.

Pues bien, nos tenemos a nosotros mismos, ¿vamos a darnos la espalda? ¿vamos a ser verdaderos o no?

Agur

Portada del diario Público del 21 de octubre

Se acaba. Eta se desangra, el Estado ha triunfado sobre los terroristas. Las leyes, la democracia y el corazón de todos los españoles han puesto fin a las armas de manera definitiva. Desde ayer, a las 19h, los vascos son mucho más libres, muchos de ellos han llorado mientras se daban cuenta de que sus hijos no nacerán en un mundo con bombas en papeleras, coches o terminales de aeropuertos. Nacerán en una Euskadi libre, sin ataduras, y así debe ser.

El camino ha sido difícil, 43 años de terrorismo y 829 víctimas son el precio que hemos pagado. Injusto, muy injusto. Ahora, a los asesinos solo les queda un camino por recorrer, el que les lleva al abandono de las armas y a la cárcel.

Nací con eta, durante toda mi vida he escuchado las noticias de los atentados, incluso los he vivido en mi propia ciudad. No se me borrarán las imágenes de los políticos condenando a la banda tras cada atentado, diciendo que solo se espera un comunicado, el de la entrega de las armas. Y llegará en breve, estoy seguro.

La sociedad vasca ha dado la espalda a los terroristas, incapaces de encontrar savia nueva dispuesta a morir por una causa oxidada. La batalla estaba perdida desde hace mucho, los golpes policiales se sucedían uno tras otro sin descanso. Se acabaron los comunicados con capuchas, cobarde manera de hablar de aquellos que no han tenido los bemoles suficientes para dar la cara. Las extorsiones llegan a su fin, y hoy muchas personas en Euskadi pueden salir sin tener que mirar debajo de su coche. La conferencia internacional ha sido el teatro que anticipaba el final.

Es un triunfo de todos. Y tenemos que estar orgullosos. No hemos dado el brazo a torcer, hemos aguantado los envites de la violencia con coraje. Y, al final, hemos ganado. Todo el mundo en pie, un aplauso para todos los que han conseguido que llegue este día y que podamos vivir en PAZ, MUCHAS GRACIAS. Agur eta.

El mito de Perséfone

En la Antigüedad, los griegos tenían una manera muy particular de explicar los fenómenos naturales: los mitos. Se las apañaron para crear toda una historia donde dioses y humanos se relacionaban y provocaban las situaciones que podemos contemplar en el mundo natural.

Voy a contaros un mito, al final descubriréis que fenómeno explica. Los nombres que voy a usar son de la mitología, la romana tiene los mismos personajes pero con nombres distintos.

Zeus, el dios de dioses, tuvo una hija con Démeter, diosa de la agricultura, a la que pusieron de nombre Perséfone. Sin tener una posición estable en el Olimpo, Démeter alejó a Perséfone de los demás dioses y rechazó los regalos que todos los pretendientes de su hija le hicieron.

Un día, Perséfone se encontraba en el campo recogiendo flores junto a unas ninfas. De repente, una grieta se abrió en el suelo y el rey del Inframundo, Hades, la raptó y se la llevó con él a los infiernos en un carro tirado por cuatro caballos negros.

El rapto.

Démeter empezó a buscar a su hija, y recorrió toda la Tierra sin éxito durante nueve días y nueve noches. Al final, Helios, el dios del Sol, le contó lo que había ocurrido. Enfadada Démeter, que era la responsable de que la naturaleza funcionara correctamente dejó de hacer su trabajo. Enseguida las plantas empezaron a secarse.

Zeus se dio cuenta de que la situación requería una solución inmediata, y envió a Hermes, el mensajero de los dioses, a sacar a Perséfone del Inframundo. Una vez allí, Hermes negoció con Hades un pacto: Perséfone podría volver con su madre con la condición de que no probara bocado de la comida que le intentarían dar los muertos del Inframundo.

Comenzaron el trayecto, y tal como había dicho Hades, los muertos le ofrecían granada para comer a Perséfone. Intentó resistirse, pero no pudo aguantar, y se comió seis granadas. Fue devuelta de nuevo a los infiernos, porque nadie que haya comido de lo que ofrecen los muertos puede volver de nuevo al mundo.

Zeus medió de nuevo para alcanzar un acuerdo con Hades. El trato fue el siguiente: Perséfone pasaría con Hades tantos meses al año como semillas se hubiera comido. Por tanto, estaría seis meses con su madre y otros seis con Hades.

Cuando Perséfone vuelve con su madre, las plantas florecen, brilla el sol y llega la primavera y el verano, Démeter está contenta y eso se refleja en la naturaleza que ella controla. Cuando llega el otoño, las naturaleza pierde su color, y Démeter hace que las hojas de los árboles tengan color amarillento y marrón, sus colores favoritos, como regalo para Perséfone antes de que se vaya otros seis meses al Inframundo. Durante el tiempo que está allí, el invierno llega y la tierra se vuelve estéril debido a su tristeza por la ausencia de su hija.

Espero que os haya gustado.

La historia de superación de Safak Pavey

Poco antes de mayo del 1996, una chica turca acababa de llegar a la ciudad alemana de Zurich, se llama Safak Pavey. Tiene 19 años, es estudiante arte, y se ha trasladado para vivir con su nuevo marido, un músico británico.

Cuando llega a casa, en vez de a su marido, encuentra una nota donde la anuncia que le ha dejado. Días más tarde, Mira, un amigo de su marido, se presenta en la casa pidiéndole ayuda. Está en un estado avanzado de leucemia y necesita llegar a Genova para someterse a un tratamiento. Su salud era débil y alguien debía acompañarle hasta la estación de tren.

Safak, que trabajaba en un café de la ciudad, saca tiempo de su trabajo para acompañar a Mira. El 24 de mayo, sobre las nueve de la mañana, llegan a la estación. Safak deja a Mira en un banco frente al andén mientras ella va a comprar el ticket. Cuando ella vuelve, se encuentra a Mira subiendo al tren. Enseguida corre a ayudarle, debido a que su estado físico es muy débil.

Cuando Mira terminó de subir, Safak alargó su brazo para darle el ticket, y en ese momento el tren empezó a moverse. Mira se inclinó hacia delante para cogerlo, pero Safak, pensando que podría caerse, le empujó de nuevo dentro del vagón. Justo cuando Safak se incorporaba, un carrito de bebe a su espalda se lo impidió, no pudo aguantar el equilibrio y cayó a las vías del tren. Como resultado, perdió su brazo izquierdo y la pierna del mismo lado.

Safak Pavey actualmente (foto de elpais.com)

Pasó mucho tiempo en el hospital. En cuanto su madre se enteró del accidente, fue a visitarla y en un primer momento no le dejaban verla, temían que el impacto emocional fuera demasiado fuerte. Tras un primer contacto en el que se vio que Safak había aceptado plenamente su nueva situación, los médicos permitieron a la madre realizar visitas.

A partir de ese momento, Safak deja a un lado su pasión por el arte. Se dedicaría casi exclusivamente a luchar por los discapacitados y sus derechos. A pesar de querer regresar a su país, Turquía, se dio cuenta de que era imposible, ya que el país no estaba adaptado para discapacitados. Pasó algún tiempo en Estambul y comprobó que era imposible. La sociedad tampoco ayudaba, existe aún la creencia de que la minusvalía es un castigo divino, y no está bien vista.

Justo después del accidente, ella junto con su madre escriben un libro, titulado «El andén trece», en referencia al número de andén donde tuvo lugar el accidente, en el que narran sus experiencias. El libro tuvo gran éxito en Turquía.

Su educación continuó en Londres, estudiando economía y desplazándose en silla de ruedas por la facultad, y más tarde con prótesis. Continuó sus estudios sobre nacionalismo, las etnias y los derechos minoritarios. Estos temas le interesaban desde su época en Zurich, donde escribía para un periódico turco-armenio, cuyo editor fue asesinado por nacionalistas turcos años más tarde.

Su labor por los derechos humanos la llevó a las Naciones Unidas (NU), donde trabajó en la Alta Comisión para los Refugiado, donde fue responsable de los derechos infantiles y la educación. Conoció a otros embajadores de NU como actores o premios nobel. Desarrolló políticas de empleo para los discapacitados en todo el mundo. En 2006, la asamblea de NU aprobó más derechos para los minusválidos, y Safak lideró un grupo que supervisó su implantación en todo el mundo. Ha escrito tres libros.

Su labor en NU le ha llevado a vivir en países como Jordania y Algeria, donde colaboró con refugiados saharauis. También estuvo dos años en Iran trabajando como oficial de relaciones públicas, atendiendo a los refugiados de Afganistán e Irak y colaborando en su repatriación.

Tuvo varias experiencias difíciles durante esos años, como cuando en el aeropuerto de Bushehr, al suroeste de Iran, le dijeron que no podrían dejarla embarcar hasta que se quitara la prótesis de su pierna. En otra ocasión abrieron su prótesis con un cuchillo para comprobar si llevaba algo dentro. Tiempo después, las NU la retiraron del puesto porque no podían garantizar su seguridad.

En otra ocasión, en el aeropuerto de Kennedy, en Estados Unidos, se produjo otra situación de tensión. En un control rutinario, un policía le pidió que levantara las manos para pasar por un control. Ella explicó que no podía levantar el brazo derecho por llevar una prótesis. El policía no la entendió y grito más fuerte. Al ver que ella seguía sin obedecerle, desenfundó su pistola y la apuntó. Safak, temblando y sollozando, repitió una vez más lo que ocurría hasta que el policía lo comprendió y bajó el arma.

En el año 2003, fue invitada a Turquía para recibir una premio por parte del presidente, donde destacaban su labor con los discapacitados. Sin embargo, la aerolínea que tenía que llevarla, Turkish Airlines, desestimó su petición de una silla de ruedas, argumentando que no tenía el suficiente grado de minusvalía como para necesitarla. Efectivamente, el propio gobierno había cambiado algunas leyes y en la aerolínea llevaban razón, se habían cambiado los grados de minusvalía. A pesar de la campaña que protagonizó en contra de las nuevas leyes, nadie se interesó por su causa, y en 2006 las leyes se endurecieron todavía más en Turquía.

El pasado mes de abril, le ofrecieron formar parte del Partido Republicano del Pueblo. El parlamento turco obligaba a sus parlamentarias a llevar chaqueta y falda hasta las rodillas. Cuando a Safak le llegó el momento de jurar su cargo ante sus compañeros no lo dudó y se vistió como le habían indicado. Tras ese día declaro «enseñar mi pierna no me molesta, ¿por qué habría de hacerlo? es parte de quién soy». Se modificó la ley para que las mujeres pudieran llevar pantalones si lo desean. Ahora, a sus 35 años, está en la plenitud de su vida y seguro que le espera un futuro brillante.

Safak en el parlamento (foto de blogs elpais.com)

Safak Pavey es una de esas personas cuya historia merece ser contada. Espero que os haya gustado.

Estas son las fuentes que he usado para escribir el artículo. Os recomiendo especialmente el cuarto enlace, un vídeo sobre uno de sus discursos donde cuenta parte de su historia y habla de la innovación y su importancia en el mundo:

– http://www.safakpavey.com/citizen-pavey-by-jenny-white-ingilizce/ (Artículo de su web oficial)

– http://bit.ly/ou5kRo (Artículo de El País, BLANCA LÓPEZ ARANGÜENA)

– http://www.safakpavey.com/las-diputadas-turcas-ya-pueden-llevar-pantalon/ (Artículo de El País BLANCA LÓPEZ ARANGÜENA)

– http://www.izlesene.com/video/safak-pavey-for-the-love-of-innovation/4879707 (Video de una conferencia impartida por ella sobre la innovación, el discurso es en inglés y la página es turca, solo hay que darle al play)

Viene el invierno

Invierno

Paisaje invernal (autor: Enrique Parra)

El verano se ha marchado definitivamente. Si, durante el día hace calor en Alicante, pero no es lo mismo. Por la noche aúlla el viento, los pájaros vuelan menos y empezamos poner cara de tener frío. El tiempo engaña, uno no se puede fiar de la ausencia de nubes durante la mañana, por la tarde llega algo de frío y por la noche a veces cierro la ventana.

Mediados de octubre, el ciclo de vida habitual para un estudiante, un deportista, un contable o un periodista ha comenzado. Hablamos, por supuesto, del período comprendido entre septiembre y el inicio del verano, un ritmo que mueve a medio mundo de forma sincronizada. Todo empieza en septiembre y acaba en verano: las competiciones deportivas, los turnos del trabajo, los trimestres escolares…todo se transforma.

Se cuantos inviernos he visto, pero no se cuantos recuerdo. Sería hablar, en mi caso, de 23 inviernos. No recuerdo tantos, lo único que recuerdo es frío y frío, a pesar de vivir en Alicante. Por mucho que lo intente, nunca consigo una buena temperatura en mi casa. Si cierro la ventana tengo calor, si la abro hace frío, nadie se pone de acuerdo.

El invierno viene, y Perséfone, tal y como cuenta el mito de la antigua Grecia, abandona a su amado para viajar de nuevo al Hades. Las plantas se ponen tristes, y los árboles comienzan perdiendo sus hojas hasta que llega de nuevo, un año más, el hielo.