El susto de Juan

Uno de los carteles que adornaban las ucis esos días.

La unidad de cuidados intensivos era amplia. Era principalmente un gran pasillo, con varios controles de enfermería y boxes a uno de los lados. Carros de material y equipos de protección se hacinaban junto a la pared, donde varias puertas daban acceso a la sala de estar, despachos médicos y almacenes. Era plena época covid, así que junto a cada box había un pequeño armario con batas desechables, guantes, gorros, pantallas y gafas. Una buena noticia, sin duda, teniendo en cuenta que en mis primeros días allí vi a compañeras entrar en boxes con una bolsa de basura a modo de delantal, debido a la falta de equipos de protección adecuados.

Recorrido vital

(Imagen de elfilosofoloco.files.wordpress.com)

El camino era tranquilo, sin rodeos, con la impresión de que dejaba atrás etapas perfectamente ordenadas. Primero se vislumbraba su forma, luego su volumen creía en continente y contenido, inundándome de hálito vital y experiencias. Así hasta llegar a un borde difuso entre el presente, pasado y futuro. Entonces saltaba a nunca jamás, reviviendo en cada salto las sensaciones del anterior y aventurando la próxima parada en una sensación que, no por ser habitual, dejaba de ser nueva cada vez.

Orión y Escorpio

«Mirando al cielo, nacen miles de preguntas, y yo en el suelo siento que las hago todas juntas». Esta preciosa frase de la canción Libertad, del rapero Kase.O, me remite sin dudarlo a los momentos en los que, levantando la vista al cielo nocturno, no dejo de plantearme muchas cuestiones. Y una de las primeras fue saber qué eran esos puntos brillantes sobre mi cabeza, que estaban «colgados» en el cielo, sin caerse, y llegaban incluso a iluminar mis noches casi por completo.

Rachas malas, rachas buenas.

(Imagen de garridofreshmentoring.com)

Alguna vez os habrá pasado, estoy seguro. El día se vuelve gris, parece que la presión atmosférica está decidida a entrar en vuestra mente a través de los oídos. Sentís la pesadez de los hechos en el corazón. Todo parece inundarse del mismo color, un color no claro que abunda ahí fuera, como si el mundo no tuviera más tonos.Alguna vez os habrá pasado, estoy seguro. El día se vuelve gris, parece que la presión atmosférica está decidida a entrar en vuestra mente a través de los oídos. Sentís la pesadez de los hechos en el corazón. Todo parece inundarse del mismo color, un color no claro que abunda ahí fuera, como si el mundo no tuviera más tonos.

Las picaduras de los mosquitos

(Imagen de awentis.com)

En la Naturaleza, nada ocurre por azar, aunque sí por accidente. Los mosquitos llevan unos 200 millones de años en nuestro planeta. Llegaron antes incluso que nosotros, y eso no es casualidad. Sus picaduras las conocemos bien. Lo que quizá no conocéis es toda la ciencia que hay detrás y que, de nuevo, nos demuestra que la Naturaleza no hace nada sin un motivo.